Considerada la franquicia más antigua de la NBA, los Philadelphia 76ers fueron uno de los fundadores de la actual NBA. Los Sixers “nacieron” en 1939 bajo el nombre de Syracuse Nationals. Irv Kosloff fue la persona que adquirió el equipo y lo mudó a Filadelfia. En la ciudad del amor fraterno, lugar donde se firmó la Declaración de la Independencia de los Estados Unidos en 1776, se decidió nombrar al equipo 76ers. En 1955, de la mano de Dolph Schayes, llegó el primer anillo de la franquicia y en los sesenta, después de adquirir a Wilt Chamberlain, lograron el segundo anillo de su historia. En 1967 acabaron con la hegemonía de los Boston Celtics de Bill Russell, que venían de ganar ocho anillos de forma consecutiva. Tras vender a Chamberlain, la franquicia se embarcó en años complicados, en 1972 no alcanzaron los playoffs por primera vez. Cuatro años después, se hacen con los servicios de Julius Erving el cual, de la mano de Moses Malone, lograría en 1983 el tercer y último anillo de los Philadelphia 76ers. Esta es la historia de ese último título de los Sixers, una hazaña para el recuerdo, en la cual los chicos de Billy Cunningham se abrieron paso entre la rivalidad más grande de la NBA; y lo más importante, saciaron su sed de venganza.
Todo comenzó con Julius Erving
La venta de Wilt Chamberlain no hizo más que acentuar la breve pero profunda crisis que se avecinaba en Philadelphia. En 1972, los Sixers se quedaron fuera de playoffs por primera vez en su historia. Además, terminaron la temporada con el peor récord de la historia de la NBA hasta el momento. Los Sixers de la 72/73 cerraron el curso con un paupérrimo récord de 9-73. El más destacado del equipo fue Fred Carter, a pesar de tener que adaptarse a un cambio de entrenador en mitad de temporada. La reconstrucción comenzó con Doug Collins, que en 1973 sería elegido en primera posición del draft y acabaría siendo elegido hasta en cuatro ocasiones para el All-Star. Aún así, la pieza diferencial llegó en 1976 procedente de los New York Nets. Los Sixers se aprovecharon de la delicada situación del equipo de la Gran Manzana para hacerse con los servicios de Julius Erving, el Doctor J decidió jugar en Phila en lugar de los Knicks. Sumado a la elección de Darry Dawkins, los Sixers recuperaron el ritmo de victorias.
En 1977 perderían la Final contra los Blazers de Bill Walton. La siguiente temporada los Sixers alcanzaron las finales de Conferencia, cayendo frente a los Washington Bullets de Wes Unseld que acabarían proclamándose campeones. Dos años después alcanzaron las Finales, donde se toparon con unos Lakers liderados por un joven Magic Johnson que acabaría con los sueños de Philadeplhia. Al año siguiente, en 1981, Julius Erving ganó el premio a MVP de la temporada, a pesar del dominio de los Celtics. La historia se repetiría en 1982, cuando de nuevo los Lakers de Magic superarían en la final a los Sixers.
Moses Malone lo cambió todo
El proyecto de Billy Cunningham necesitaba un jugador diferencial y el elegido fue el gran Moses Malone. Conocido como el “Chairman of the boards”, llegó a tener hasta 300 ofertas de la Universidad, después de ganar dos campeonatos estatales con Petersburg. Con 19 decidió marcharse a la ABA, saltándose el trámite universitario. Su primer paso en la NBA lo dio en los Braves (actuales Clippers), a pesar de ser elegido por los Blazers, la presencia de Bill Walton y Maurice Lucas, obligaron al gigante a tener que marcharse a los Buffalo Braves, donde apenas tuvo una participación testimonial. En los Houston Rockets, Malone se asentó como una gran estrella. En su segunda temporada ya fue elegido como All-Star y en 1981 también llevó a los suyos a disputar las Finales, cayendo contra Boston. Con 23 años ganaría el premio MVP de la temporada, fue el más joven en lograrlo hasta entonces.
En 1982, tras ser elegido mejor jugador, los Sixers se hicieron con los servicios de Malone. Las premisas eran claras, tras no funcionar como se esperaba, Malone llegaba para relevar a un Darryl Dawkins superado en las finales previas. El fichaje de Malone fue el más mediático hasta la fecha. La revista Sports Illustrated dio la portada a Malone. En ella salía la estrella de los Sixers, en los famosos Rocky Steps del Museo de Arte de Filadelfia, rodeado de miles de personas, emulando la escena de Rocky Balboa. Malone firmó el contrato más alto de la historia del deporte americano hasta la fecha, más de 15 millones por temporada.
Una temporada de récords
La llegada de Malone, sumado a los Julius Erving, Maurice Cheecks o Bobby Jones situaba a los Sixers como los grandes favoritos de la temporada. Los de Billy Cunningham no decepcionaron y desde el principio demostraron su gran capacidad. La temporada regular finalizó con 65 victorias para los Sixers, la segunda mejor marca de la historia de la franquicia. “Nos dio lo que necesitábamos para dar el salto de calidad. Jugábamos con ventaja, teníamos al mejor pívot”, llegó a declarar Doctor J.
Los Sixers acabaron en lo más alto de la Conferencia Este, firmando el mejor récord de la NBA, lo que les permitió jugar directamente las semis de Conferencia. Hasta tres jugadores fueron elegidos All-Star: Erving (MVP del mismo, además de formar parte del Mejor Quinteto Defensivo), Maurice Cheeks (Mejor Quinteto Defensivo también) y Malone. Este último fue elegido MVP de la temporada, además de formar parte del Mejor Quinteto y del Mejor Quinteto Defensivo. Bobby Jones también fue galardonado con el premio a Mejor Sexto Hombre y formó parte del Mejor Quinteto Defensivo. A su vez, el Spectrum, hogar de los Sixers, recuperó el ambiente que había perdido en años atrás. Promedió el segundo aforo más elevado de la liga, solo superado por el Garden de Boston.
La historia del “Fo-fo-fo” en playoffs
Philadelphia era el gran favorito para ganar el anillo y así lo mostró Moses Malone en la previa de los playoffs. A la pregunta de cómo creía que iban a desarrollarse los playoffs, Moses Malone contestó con un escueto “Fo-fo-fo” (“four-four-four”). Haciendo gala de su acento sureño, la frase refiriéndose que iban a barrer a todos los equipos, quedó para la historia. Pese a que hay versiones que dudan del lugar donde Malone pronunció la famosa frase, hay quienes dudan incluso de su veracidad. La versión más extendida dice que lo dijo en los vestuarios, otros comentan que lo pronunció en unas declaraciones desde dentro de su coche e incluso que fue lo que le contestó a Billy Cunningham en un momento dado. Lo cierto es que el “Fo-fo-fo” se convirtió en el himno de los seguidores de los Sixers.
Lo cierto es que tan solo Milwaukee pudo arrebatarle una victoria a los Sixers. Después de barrer a New York, los Bucks que venían de endosarle un 4-0 a Boston, se llevaron el cuarto partido de las Finales de Conferencia. El más destacado fue Marques Johnson. Pese a ello, Philadelphia certificó su regreso a las Finales llevándose el quinto partido. Es por ello que el “Fo-fo-fo”, se cambió por el “Fo-fi-fo”, aludiendo a esas cinco victorias para eliminar a Milwaukee.
A la tercera fue la vencida contra los Lakers
El destino quiso que Los Ángeles Lakers fuera el rival de los Sixers en las Finales. Después de superar a Portland (4-1) y San Antonio (4-2), los Lakers de Magic Johnson y los Sixers volverían a verse las caras. En 1980, los Sixers disputaron las Finales frente a Lakers con un Mo Cheeks actuando como base. El rookie, Magic Johnson, frustró los sueños de los Sixers, sucumbiendo en seis partidos. Magic se vio obligado a tomar las riendas del equipo debido a una lesión que obligó a Jabbar a abandonar momentáneamente el partido. En 1982, la gran figura fue Kareem Abdul-Jabbar, el cual campó a sus anchas en la pintura. Los Sixers volvieron a caer 4-2, con un triple doble de Magic en el sexto. Después de esa dolorosa derrota surgió la necesidad de firmar a una pieza para competir contra Kareem. A las decepciones frente a Lakers había que sumarle también la de 1977, contra Portland.
Los antecedentes motivaban a los Sixers a salir con todo. La final contra los Lakers se planteaba como una oportunidad de revancha. El 31 de mayo de 1983 se confirmó la cuarta victoria que certificó el tercer anillo para los Sixers, siendo así las últimas finales en disputarse en su totalidad en mayo. Los Philadelphia 76ers barrieron a los Lakers en cuatro partidos. La baja más significativa del conjunto de Pat Riley fue la de James Worthy. Acostumbrado a crecerse en los partidos importantes, no pudo ser de la partida. Los Lakers tampoco pudieron contar con McAdoo y Kurt Rambis para los cuatro partidos, por lo que Magic y Jabbar fueron las caras visibles del conjunto angelino. Las Finales no tuvieron mucha historia, desde el primer partido el claro dominador fue Philadelphia. Los de Cunningham cerraron la serie con una diferencia media de diez puntos por partido. Tan solo en el último partido se vieron obligados a remontar 14 puntos de diferencia. Los siete puntos de Erving confirmaron que el anillo marchaba a la ciudad del amor fraterno. Philadelphia cerró su participación en los playoffs con un récord a favor de 12-1, una marca que no fue igualada hasta 2001, cuando los Lakers de Kobe y Shaq realizaron una carrera por el anillo similar.
El peso del tercer anillo que nadie pudo revalidar
El simbolismo de este tercer y último anillo de los 76ers llega hasta nuestros días. En España fueron una de las primera finales que se vieron al completo por televisión (muchos de esos partidos en diferido). Además, la historia quiso que en unos años donde el binomio Magic-Bird acaparó todos los focos, los Sixers fuesen capaces de alzarse campeones. Los Pistons en 1989 también poseen el privilegio de cerrar la década de éxito de los dos equipos más laureados de la NBA. Curiosamente en esos Pistons que acabaron con los Lakers en la final, jugaba un veterano Darryl Dawkins, que abandonó la disciplina de los Sixers el año del anillo. En los ochenta, Los Ángeles y Boston se repartieron un total de ocho anillos, Philadelphia y Detroit tuvieron la capacidad de anteponerse a este dominio.
Después del anillo de 1983, los Sixers mandaron a Malone a los Cavs, en el que se conoce como uno de los peores traspasos de la historia. Este acontecimiento aceleró la maduración de uno de los mejores jugadores más importantes de la historia de Philadelphia, Charles Barkley. Pese a ello, no llegó ningún anillo más. En 2001, los 76ers de Allen Iverson tampoco fueron capaces de poner la guinda a una gran temporada cayendo en la final ante los Lakers por un claro 4-1. Tras el divorcio con Allen Iverson, los Sixers deambularon en una zona media hasta caer a lo más profundo del abismo. El lema Trust the Process fue fruto de esa nefasta época que dejó a jóvenes como Embiid y Simmons al mando de la nave. A día de hoy las expectativas de título son muy complicadas. Es difícil que pueda aparecer un nuevo Malone capaz de cambiar la dinámica e implantar una mentalidad ganadora. De ahí la importancia del anillo de 1983, hasta el momento el último de los Philadelphia 76ers.