BIXIO GÓRRIZ: ¨AL GUIPUZCOANO LO CARACTERIZA EL TRABAJO, LA SERIEDAD, LA DISCIPLINA¨

Por Delfina Corti

Alberto `Bixio´ Górriz jugó toda su vida en la Real Sociedad y es el futbolista con más partidos disputados en la historia del club txuri-urdin. Quizá por eso el central irundarra sea reconocido como un ejemplar de guipuzcoano: por su trabajo, su seriedad y su disciplina. O quizá lo sea porque, como él mismo dice, a un guipuzcoano lo caracteriza hablar poco de sus logros y aparentar aún menos. 

La Real Sociedad se consagró campeona de España por primera vez porque Alberto “Bixio” Górriz le pegó mordido a la pelota en una de las últimas jugadas del partido. Al equipo txuri-urdin –blanquiazul en euskera– le bastaba un empate en el estadio del Sporting Gijón para ganar su primera liga en la temporada 1980-1981. 

A falta de un minuto para que se cumplieran los 90 reglamentarios, la Real perdía 1-2. Los jugadores buscaban el gol del empate en una cancha completamente embarrada que minutos después le daría una épica aún mayor a la remontada. Ander Izagirre, periodista e hincha de la Real, recuerda aquel día en su libro Mi abuela y diez más: “En el minuto 89 y 20 segundos, el sportinguista Jiménez despejó un balonazo hasta el campo desierto de la Real Sociedad, lo recogió Olaizola y empezó el salmo de Josean Alcorta: `Pase de Olaizola a Alonso / Centro de Alonso / Va a saltar Castro / Toca de puños / Llega el balón sobre Górriz / ¡Disparo de Górriz! / ¡¡Atención Zamora!! / ¡¡¡Tira Zamora y…!!! / ¡¡¡Gooooool!!! ¡¡Gooooool!!! ¡¡Gooooool de la Real Sociedad!!!´”. 

En el momento en el que te cae la pelota, ¿en qué pensaste: dar un pase o pegarle fuerte al arco?

Yo tuve la intención de que mi disparo fuera a puerta. La quise agarrar con toda mi fuerza, pero finalmente le pegué muy mal. Resultó ser un tiro muy pocho. Zamora siempre me toma el pelo y me dice que mi tiro fue muy malo y que el suyo fue muy bueno. Aunque si miras el gol, te vas a dar cuenta de que el disparo de Zamora tampoco es bueno. 

Górriz nació en Irún (provincia de Guipúzcoa, País Vasco) a fines de los 50´. Jugó toda su vida en la Real Sociedad, se puso la camiseta del equipo de San Sebastián más veces que nadie (599) y, desde que se ganó la titularidad, jugó el 95% de los encuentros. 

El día en el que disputó su último partido oficial, el galés John Benjamin Toschack –su entrenador en aquel entonces– lo agarró en el vestuario y le dijo: “Oye, Bixio, ¡qué cifra más bonita 599!”. Górriz lo miró y le respondió: “Sí, pero 600 es mucho más bonita y hay pocos jugadores que llegaron a ese número”. 

Górriz tenía la posibilidad de llegar a los 600 partidos en el último encuentro de la temporada. Pero aquel día, en el Camp Nou, Toschack no lo puso. Finalmente, la marca de Górriz quedó en 599 y su último partido lo jugó en Atocha (anterior estadio de la Real).

Tuviste la posibilidad de jugar tu partido 600, ¿Te quedaste con la espina?

Yo quería jugar el partido 600. Fue una decepción muy grande para mí en aquel momento, pero con el tiempo se convirtió en una anécdota muy bonita porque mi último partido como profesional fue también el último partido que la Real jugó en su viejo estadio. Me despedí con el sabor de boca a Atocha. 

El 13 de junio de 1993, día en el que Górriz se despidió del terreno de juego, la Real Sociedad jugó su último partido en el estadio de Atocha. Allí, el equipo ganó el 65% de los encuentros disputados. Según Izagirre, “Atocha olía a selva. Se mezclaba el tufo fermentado y dulzón del mercado de frutas con el aroma fresco de la hierba recién regada y el humo de los puros que llegaba desde la zona de los asientos”. Atocha, como ocurrió con varios estadios españoles y europeos, fue demolido y reemplazado. Ahora, la Real juega en el estadio de Anoeta.

¿Cómo podrías explicar ese “sabor de boca a Atocha”?

Atocha era un campo diferente a todos los demás. Muchos de los jugadores de la Selección española coincidían en que les encantaba ir a jugar allí. El público cercano era muy incómodo para el equipo rival, apretaba mucho. Para la Real jugar en Atocha era muy gratificante. 

Con la mudanza a Anoeta, se perdió aquella presión que ejercía hinchada por culpa de la pista de atletismo que alejó a los jugadores del público. “En Atocha, el tejado se caía a cachos, las gradas temblaban cuando pasaba el tren, los postes de hierro oxidado nos tapaban parte del campo y nosotros nos apelotonábamos de pie contra las vallas”, describe Izagirre.  Sin embargo, en 2005, los dirigentes de la Real Sociedad recuperaron una de las tradiciones que habían desaparecido junto a Atocha: el lanzamiento de los cohetes informativos. 

En la década del 50´, para que los pescadores de San Sebastián supieran el resultado parcial del equipo, desde Atocha se lanzaba un cohete cada vez que el rival hacía un gol y dos cohetes cuando marcaba la Real Sociedad. 

El estadio es parte de la identidad de un club. ¿Cómo viviste la demolición de Atocha?

No es un sentimiento fácil de definir. Yo también pensaba que Atocha era parte fundamental y que no podía terminar nunca. Te vas haciendo la idea de que los tiempos van cambiando. Donde estaba Atocha era difícil hacer un campo moderno. Y hoy hace falta un estadio moderno para competir a nivel en Europa.

Sin embargo, cada vez resulta más difícil para clubes como la Real poder competir. 

Estuvimos a punto de salir campeones en 2003, pero ahora mismo es imposible. Prima mucho la economía y los clubes poderosos son cada vez más poderosos. Cada vez hay más diferencias. Aquí les gusta decir que es la mejor la liga del mundo, pero yo no me lo creo.

No es casualidad que con el cambio de formato en la Copa, ni el Real Madrid ni el Barcelona hayan llegado la final. ¿Creés que es una forma de emparejar un poco la situación?

La Copa cuando yo la gané también tenía un formato de partido único. Aquel año la pasamos muy mal en los campos de los equipos de Tercera. Los tres partidos los ganamos 0-1. Este formato le da al débil un subidón, disputa en su campo y se la pone al más poderoso muy difícil. 

Durante sus 15 temporadas, el central irundarra ganó dos Ligas, una Copa del Rey y una Supercopa. Además, metió un gol en el Mundial de Italia 90 que le permitió a la Selección española pasar a octavos de final. 

Metiste 19 goles en la Real Sociedad y uno con la Selección ¿Cuál fue el que más disfrutaste?

El gol que metí con la Selección fue muy especial porque fue en un Mundial y significó una victoria y pasar a octavos. Pero hay un gol en la semifinal de Copa contra el Real Madrid que disfruté mucho.  

Aquel encuentro contra el conjunto merengue, la Real Sociedad ganó 4-0 en el partido de vuelta jugado en el Bernabéu. El marcador lo abrió Górriz en el segundo tiempo: tras un centro y un par de rebotes dentro del área, estiró su pierna y, cayéndose, marcó el 1-0. Después, a la final la perdieron contra el Barcelona, pero aquel partido fue parte de la gloriosa década del 80 del equipo txuri-urdin. ¿Sus puntos fuertes? Un equipo equilibrado física, técnica, táctica y mentalmente, pero por sobre todo un equipo con una cantera y valores guipuzcoanos. 

“El sentimiento nuestro era guipuzcoano total, estábamos todos juntos para cualquier celebración y había más cercanía con el aficionado. El espíritu de la cantera no se debe perder nunca porque cuando se ha perdido un poco lo hemos pasado muy mal”, recordó Górriz en una entrevista para Revista Panenka.

¿Cómo definirías a un guipuzcoano?

Al guipuzcoano lo caracteriza el trabajo, la seriedad, la disciplina; muy poco hablar de ello y aparentar aún menos. Cumplimos ese requisito.  

Entonces, Górriz es un magnífico ejemplar de guipuzcoano. Como lo describió Izagirre, “es un tipo que alcanza el éxito y siente un poco de apuro. Un tipo que lo hace todo bien, año tras año, y que sigue siendo discreto, entrañable, tirando a soso”.