DIEGO BARDANCA: «JUGAR EN EL EXTRANJERO, MÁS QUE UNA AMBICIÓN, ERA UNA ILUSIÓN»

Diego Bardanca Flórez (León, 1993) siempre tiene la maleta lista. Sus experiencias en el extranjero le han deparado disputar competencias europeas, pelear Copas y sufrir descensos, amén de conocer sitios tan distantes como Uzbekistán, Serbia, Polonia, Eslovenia o Finlandia; y el origen de su abuela le permitió ser considerado para la selección de Filipinas, de quién el defensor central incluso recibió un llamado. Formado en Deportivo La Coruña y con pasos por las filiales de Valladolid, Levante y Recreativo, y actualmente libre tras su paso por Puszcza Niepołomice, Diego reflexiona sobre su carrera para The Line Breaker.


¿Cómo fueron sus inicios en el fútbol?

Mi primer campo de fútbol fue la plaza de pueblo, y la primera portería fue la puerta del garaje. Era metálica y recuerdo que hacía un ruido tremendo, todos los vecinos eran conscientes de cada gol que se convertía. También jugábamos en el parque, esquivando árboles que aparecían por cualquier rincón del campo, sin porterías (usábamos la ropa, piedras). Fueron momentos muy especiales. Con 8 años mi padre me llevó al San Lorenzo, que era donde jugaba mi hermano y, anteriormente, lo habían hecho mis tíos y mi primo. Me federaron y ahí empezó todo.

¿En qué momento decidiste que lo mejor era dejar el fútbol español y probar suerte en el extranjero?

El extranjero ya venía rondando mi cabeza tiempo atrás, más que una ambición era una ilusión. Y he de decir que se presentó de forma repentina y en un momento complejo, ya que estábamos atravesando una situación de varios meses de impagos en Jaén cuando apareció la opción Seinajöen (Finlandia).

Seinäjoen marcó un antes y después en su carrera ¿Cuéntenos un poco de su vida en Finlandia?

Sin duda fue la posibilidad de cumplir el sueño de muchos niños y uno personal, que fue debutar en Primera División. Tuve la suerte de jugar en un club que aspiraba a todo, con unas instalaciones envidiables, disputamos previas de Europa League, perdimos la final de Copa. Fue un año de muchos altibajos, pero una experiencia inolvidable. Una vida muy sencilla, mucha vida en casa debido a las condiciones climatológicas. Intentábamos escaparnos los días libres y descubrir nuevos rincones, profundizar en el idioma, en sus costumbres. Tuve mucha suerte de que en esa primera experiencia ‘extranjera’ coincidí con varios compatriotas, que me ayudaron mucho, ya que mi inglés era ínfimo. Finlandia es un país con un nivel educativo, cultural y un bienestar social envidiable.

En Ibiza, club con poco tiempo de formado, perdiste una final para ascender. Poco después descendiste con Bytovia ¿De qué manera tomas estas experiencias para enriquecer tu vida y carrera?

Ambas finales son, desde el plano futbolístico, dramáticas: con Ibiza ganábamos 3-1 a penaltis y fallamos 4,5,6. No conseguimos el ascenso, fue una decepción mayúscula. Todos habíamos apostado muy fuerte por el proyecto y con Bytovia llegábamos tres equipos con opciones de descenso y enfrentábamos un duelo directo contra uno de ellos, Katowice. Conseguimos ganar en el minuto 97 con gol de nuestro portero, algo inédito para mí, descendíamos a nuestro rival con ese resultado. Lo celebramos como locos, hasta que nos enteramos de que el Wigry Zuwalki había vencido en casa del líder, Rákow Częstochowa, con un gol en el 95´. Ambos fueron palos muy severos, pero creo que ambos sucesos ayudaron a seguir construyendo y forjando el carácter de la persona que soy hoy en día.

En un momento dado decidiste dejar Gimnástica de Torrelavega para irte a la Segunda polaca.

Esta decisión fue durísima. Torrelavega ha sido un lugar muy especial, sentí que conectaba con su gente desde el primer minuto. Jugar en el malecón con su gente es una gozada, una afición muy leal y fiel a su equipo, una tierra para enamorarse con personalidades muy nobles. Me encantaría algún día entrenar a la Gimnastica.

¿Qué te queda de tu etapa en Gorica?

Gorica fue la capacidad de reinventarse a uno mismo, de reconciliarse con el fútbol después de un período turbulento en Serbia, de conocer y disfrutar un país maravilloso, gente humilde, cercana. Allí conseguimos el ascenso y devolvimos al club al máximo nivel. Tengo un gran recuerdo de Eslovenia.

¿Cómo ve el crecimiento en la liga uzbeca?

La liga uzbeca es una gran desconocida, pero tiene un potencial mayúsculo. El jugador uzbeco es fuerte, rápido, habilidoso y voluntarioso, pero tiene mucho margen de mejora. Todo esto a nivel de hábitos alimenticios, diarios, descanso, mejorar la inversión en fútbol base, con entrenadores de nivel, pero, sin duda, lo que daría un impulso rotundo al fútbol uzbeco sería su adhesión a la UEFA.

Cada día más jugadores y entrenadores españoles deciden dar el salto al exterior, incluso impulsando proyectos para el desarrollo futbolístico en diversos países ¿Qué opinión tiene?

Hay que buscarse la vida, es así de claro. En España hay pocas plazas de élite y somos muchos. Por estadística no hay sitio para todos y, no lo digo como una resignación, muchas veces un «problema» se convierte en una oportunidad disfrazada, mi caso es uno de los muchos ejemplos que hay.

Tras quedar libre ¿Hacia dónde apunta Diego Bardanca?

Es una buena pregunta y que hoy carece de respuesta. Me gustaría que fuera un proyecto serio que me despierte ilusión, que me ayude a seguir creciendo y, sobre todo, disfrutando.

¿Alguna meta en especial por cumplir?

Con el paso del tiempo aprendes a relativizar. Ahora sólo me ocupa beberme hasta la última gota de fútbol que me quede, es lo único que me interesa.

¿Cuál sería su mensaje para todos esos chicos y chicas que se están iniciando en la práctica del balompié?

Es una pregunta que invita a una reflexión profunda y pormenorizada que lleva su tiempo. Creo que algo así te respondería Bielsa y no se equivocaría. Sin ‘bucear’ demasiado, creo que no hay nada que decirles a los más peques, más bien es, al contrario, somos nosotros quienes tenemos que aprender de ellos. Son la más genuina esencia del balompié, son el verdadero espíritu amateur. Disfrutan del camino, son generosos con el momento presente. Este partido, esa pachanga es lo más importante, no hay mañana ni minutos de la basura para ellos.