El fútbol siempre encuentra tierra fértil para surgir. No importan las condiciones, no importa el lugar. La Isla de Pascua representa una metáfora: la de una civilización tan obsesionada con la gloria que terminó por agotar cada ápice de suelo fértil, provocando una catástrofe ecológica que diezmó su población y convirtió el lugar en una roca solitaria, olvidada. Miremos otro lado de ella.
La historia del balompié en Isla de Pascua es relativamente corta. La Asociación local fue fundada en 1975 y con el pasar de los años lograron ser parte de la NF-Board, organización que, durante poco más de una década, llevó las riendas del fútbol en los lugares no reconocidos. Todo esto hasta que dificultades económicas (y los conflictos derivados de los mismas) hicieron que CONIFA tomara el testigo un lustro atrás.
Resulta que son miembros del Consejo Sudamericano de Nuevas Federaciones en carácter especial, todo esto para evitar conflictos con las autoridades deportivas chilenas. La CSANF es un organismo no gubernamental que constituye actualmente el único apoyo existente para los seleccionados No-FIFA de la región. Pueblo Aymara, Fernando de Noronha, Roraima, Mbya-Guaraní o la Comunidad Armenia de Argentina son otros de sus miembros.
La selección solo ha jugado dos partidos amistosos en su historia, ambos contra Juan Fernández, un equipo amateur chileno proveniente del archipiélago del mismo nombre, y en ambos han triunfado los pascuenses.
Donde si se han mostrado muy activos ha sido en el Campeonato Nacional de Pueblos Originarios, un torneo de fútbol para los pueblos indígenas de América del Sur y que se celebró en varias ocasiones en Chile. Rapa Nui ha sido de los equipos más constantes en la historia del campeonato (ganó la primera edición, disputada en 2012) y sólo superada en éxito por el flamante miembro de CONIFA (y primer representante del subcontinente en la organización) Pueblo Mapuche.
Su etapa exitosa estuvieron bajo los designios de Miguel Ángel Gamboa, exseleccionado chileno surgido en Audax Italiano y que también dirigió al equipo nacional de fútbol playa y, durante un breve período, a Deportes la Serena.
A principios de este mes de agosto se cumplieron diez años de un partido que marcó un antes y un después en la isla. Histórico. Así se puede definir el encuentro que protagonizaron Colo Colo y la selección de Rapa Nui por la primera fase de la Copa Chile 2009. Incluso FIFA lo tituló como El Juego del Siglo en la isla.
La Federación chilena, entonces dirigida por Harold Mayne-Nicholls, impulsó que el evento se jugara con equipos de Primera B, Tercera División, Tercera B y Primera División. Era la primera vez que un equipo profesional jugaba en Isla de Pascua y, a su vez, que el territorio insular era incluido en un torneo oficial.
El pitazo del árbitro Carlos Chandía marcó el final de un encuentro que, pese a la derrota 0-4, fue una fiesta de inicio a fin. La selección de Rapa Nui estaba conformada por jugadores amateur y el duelo estuvo marcado por rituales y el buen marco de público.
Era la oportunidad perfecta para dar a conocer su propio baile de guerra. Se trataba del Hoko, el cual tiene la misma composición y ejecución del Haka, danza que ha hecho reconocidos en el mundo del deporte a los All-Blacks, combinado de rugby de Nueva Zelanda. Misma cultura polinésica que se comparte a pesar de la distancia que hay entre ambos territorios.
Octubre de este año se realice la reedición de aquel partido histórico. Colo Colo volverá al ombligo del mundo, aunque esta vez representado por su plantel femenino, invitado a jugar un amistoso en la localidad.
Su última participación internacional fue el Festival des Ies en Tahití, finalizando tercera en su grupo.
Hacen vida en el Estadio de Hanga Roa, bautizado como la capital de la isla. Recinto con capacidad para aproximadamente 2500 personas, fue inaugurado en 2014 con la presencia de Pelé y Elías Figueroa. O Rei y el legendario jugador chileno también tomaron parte de un seminario con emprendedores de la región. Todo un reto.
Hoy por hoy, si Rapa Nui es símbolo de algo, no lo es de los vicios de la humanidad. Lo es de algo bastante más complejo. Un legado que se mantiene vivo gracias a los nativos de cada territorio y que en Chile se mezcla con la interculturalidad de los pueblos originarios. La pelota rueda sin oposición en este rincón perdido del mundo moderno, bajo la atenta mirada de los célebres Moái. Vaya si lo vale.