DEMETRESS BELL Y KARL MALONE, LA VEZ QUE EL CARTERO TUVO QUE LLAMAR DOS VECES

Es difícil reducir a tu padre a una prueba de ADN, más aún cuando ese padre resulta ser Karl Malone, segundo máximo anotador histórico de la NBA. Eso es lo que debió pensar Demetress Bell, uno de los siete hijos del exjugador de Utah y Los Ángeles. La vida de Karl Malone más allá de las pistas siempre ha dado mucho de qué hablar, padre de siete hijos con tres mujeres diferentes, no ha sido en todos los casos un padre modelo.

La historia que nos ocupa en el día de hoy es la de Demetress Bell, fruto de una relación con una chica de 13 años cuando “Mailman” apenas tenía 20. Un hijo que no supo la existencia de su padre hasta finalizar su etapa de instituto y el cual Malone mantuvo en secreto durante muchos años.

Karl Malone es bien conocido por su faceta como jugador de baloncesto. Segundo máximo anotador histórico de la NBA, sólo superado por Abdul-Jabbar, es uno de los mejores jugadores que nunca logró ganar un anillo de campeón. Lo intentó durante toda su carrera en Utah, formando una de las parejas más explosivas de todos los tiempos junto con John Stockton, pero se topó en dos ocasiones con los Bulls de Jordan, frustrando sus sueños. En su última temporada como profesional, lo intentó con los Lakers, pero naufragó en una plantilla plagada de “viejas glorias” como Gary Payton, cayendo en cinco partidos contra Detroit. Elegido dos veces MVP y hasta 14 veces All-Star, se le recuerda también por su presencia en el Dream Team de los Juegos Olímpicos de Barcelona 92’.

Aun así, fuera de las canchas también hizo “números interesantes”, pues es padre de hasta siete hijos. Con 17 años, Bonita Ford, con quien mantuvo una relación, dio a luz a un par de mellizas, Daryl y Cheryl. Malone, recién graduado del high school, abandonó a la madre y a las niñas en pro de continuar con su sueño de NBA. Karl Malone no se reencontró con las mellizas hasta 17 años después. Como curiosidad, Cheryl Ford, hija de Malone y estrella de la WNBA, cosechó hasta tres anillos con Detroit Shock y fue elegida Rookie del Año en su primera temporada, genes privilegiados.

En 1990 se casó con Kay Kinsey. De esa unión son fruto cuatro hijos, Kadee, Kylee, Karl Jr y KJ. Con ellos ejerció su papel de padre desde el primer día y no ha tenido ningún problema, como si los tuvo con Bonita Ford o con el encuentro que tuvo con Gloria Bell en 1984. En la temporada de sophomore de Malone con Louisiana Tech, tuvo un hijo con una vecina de Summerfield, Gloria Bell. La chica apenas tenía 13 años, mientras que Karl Malone tenía 20. Demetress, que así fue llamado el niño, fue abandonado por su padre, el cual mantuvo en secreto durante años el resultado de una relación ilícita y no lo reconoció. Por suerte para Malone, la familia Bell no presentó cargos penales hacía él, esquivando de esta manera la cárcel.

En 1998, los abuelos de Demetress interpusieron una demanda de paternidad, exigiendo 200 dólares semanales a Malone (por aquel entonces ya era jugador de Utah Jazz). Él, de nuevo, tal y como haría con las mellizas, ignoró las peticiones hasta que un juez de Louisiana, tras las pertinentes pruebas de paternidad, ordenó el pago de 125 dólares por semana. Malone alegó que era demasiado y el conflicto se resolvió de manera extraoficial con el pago de una suma de dinero a la familia que jamás se desveló. La familia Bell no quería que Malone acabase en la cárcel, ya que eso pondría punto final a las aspiraciones de conseguir el pago de Karl Malone.

La familia de Demetress permitió que tuviera una vida relativamente feliz. “Le traté como si mi madre fuese a un banco de esperma”, comentaba Bell sobre la figura paterna que nunca tuvo. Demetress creció rodeado de sus seres queridos y nunca reclamó la presencia de un padre: “No lo odio, me hizo mejor persona”. Hasta 1998, la relación de Bell y Malone era inexistente, ya que sobre sus cabezas sobrevolaba la posibilidad de una violación en la relación de Karl Malone con Gloria.

Pese a todo, el tener un 99% de compatibilidad genética con Karl Malone le permitió a Bell desarrollar un físico envidiable, que pronto llamó la atención. Pese a que su carrera la desarrolló jugando al fútbol americano, sus esfuerzos estuvieron en un principio en convertirse en jugador de baloncesto como su progenitor. Hasta tres años antes de ingresar en la NFL, no comenzó a jugar al football. Su gran talla combinada con una gran velocidad lo postulaba como un perfil muy interesante de cara a jugar al fútbol americano.

Aunque en un primer lugar comenzó jugando como Defensive End, al poco tiempo se probó como Offensive Tackle, posición en la que brilló. Tras 22 titularidades consecutivas, fue elegido All-American y formó parte del 1º Equipo en la All-Southland Conference. De su etapa universitaria Jemele Hill recuerda que Bell era muy educado, querido y decidido, unos valores que la familia fue capaz de inculcarle. En 2008, Demetress fue seleccionado en la 2º ronda de la NFL por los Buffalo Bills. Tras cuatro años a gran nivel, firmó un gran contrato con los Philadelphia Eagles, a razón 34’5 millones de dólares durante cinco campañas. Aun así, problemas de lesiones hicieron que en 2013 fuese liberado. Antes de retirarse, firmó con los Dallas Cowboys, equipo en el cual nunca llegó a jugar.

En 2008, antes de que comenzara su carrera NFL, la relación de Demetress con Malone seguía siendo muy fría, prácticamente inexistente. Bell comentaba que en un encuentro con “Mailman”, este le dijo que era muy tarde para ser padre, que debía tomar su propio camino: “No necesité figura paterna, era feliz. No lo necesitaba”. Por suerte en 2014, la relación entre ambos se recuperó a partir de que Karl Malone invitara a Bell a cazar. Desde entonces, ambos mantienen un trato cordial y Malone ejerce en la medida que puede su papel como padre. Se supo que desde 2018 se envían mensajes de textos y que Demetress Bell también se lleva muy bien con los otros hijos de Karl Malone, quienes en su momento defendieron la buena labor como padre de Malone.

Hoy en día se han podido ver imágenes de ambos en las redes sociales de Demetress, pese a que no es muy asiduo a las mismas, dejando en claro que las heridas del pasado ya están cerradas. La vida de Malone no fue fácil, ya que con tres años perdió a su padre por suicidio, y a los 17 ya tenía descendencia. La suerte quiso que no tuviera consecuencias penales tan joven, pues la carrera de uno de los más grandes de la NBA podría haber cambiado para siempre. Han tenido que pasar más de 30 años para recuperar la relación con ellos y ahora, en la soledad de un hombre que decidió alejarse de los focos en la madurez de la vida, poder arrepentirse de sus fallos: “Me equivoqué, cometí un error y las responsabilidades me resultaron abrumadoras”.