El mes de abril de la temporada 2018/2019 muchos seguidores del Chelsea femenino, llamadas hasta mayo Chelsea Ladies -acompañamiento que como en el resto de conjuntos femeninos de los clubes ingleses han cambiado por Women, al tratarse de una forma en desuso y que recordaba más a los primeros equipos de principios del siglo XX que a los tiempos actuales – soñaron con alcanzar la final de la Champions. Solo el Arsenal ha conseguido llevarla hasta tierras inglesas.
Emma Hayes mostraba una expresión calmada, como siempre que acepta la derrota con respeto al rival, pero podía verse en sus ojos que la ilusión se había desvanecido al igual que se marchitarían los pétalos de las rosas que cuida en su jardín y que había regalado a cada una de sus jugadoras antes del partido. El gol marcado en la ida – por la joven centrocampista escocesa Erin Cuthbert, elegido como el mejor de la pasada Champions – daba un halo de esperanza, y aguantar con un solo gol en contra en Kingsmeadow frente al coloso europeo del fútbol femenino, también. Pero no pudo ser. La nueva temporada, fuera de competición continental, señalaba un objetivo claro: volver a conquistar la Women’s Super League.
Emma Hayes es una entrenadora especial. Pasional, pero a la vez con una mente calculadora, sin dejar nada fuera de control. De ahí que en sus inicios en el Chelsea fuera comparada por el Telegraph o el Daily Mail con su colega del masculino por aquel entonces, José Mourinho, o en la pasada temporada con Jürgen Klopp.
Antes de aquel partido de semifinales de Champions en el autobús, le pidió a sus jugadoras – con quienes guarda una relación muy cercana, al final de cada partido se reúnen en el centro del campo en un rondo con todo su staff –, que dejaran sus auriculares y leyeran un poema que les entregó. Un gesto más de cómo trabaja la mentalidad de su equipo, como el haber invitado a Susan Pollack para que charlase con las futbolistas.
Pollack, superviviente del Holocausto, formó parte de una convención de Kick it Out, la asociación que se ocupa de perseguir la discriminación, racismo y xenofobia en Inglaterra relacionada con el fútbol, para tratar de erradicar los insultos antisemitas que se vivieron en el Stamford Bridge, propiciados por parte de algunos aficionados del propio club en un partido del masculino, y que recibieron su sanción vetando la entrada de aquel grupo a sus gradas. Hayes pensó que su historia, como así fue, les daría una perspectiva amplia de la vida y de que aquel partido no era más que un trámite que ellas debían ser capaces de hacer frente, porque hay cosas mucho más difíciles de superar y también es posible hacerlo. Perdieron aquella semifinal, pero todo lo aprendido no hay duda de que hizo más fuertes a aquellas jóvenes.
Resiliencia viene del término del latín resilire, saltar hacia atrás, o podríamos entenderlo como un volver atrás, lo que significa en francés (résilience), y en español ha quedado con el significado en metalurgia de la capacidad de los materiales de recuperar su forma original tras haber sido sometidos a una gran presión. Visto el inicio de la 2019/2020 ha quedado claro que la experiencia, a pesar de la derrota de la pasada Champions, les ha concedido un plus competitivo: se han impuesto ya al Arsenal y al Manchester City, sus dos principales rivales por el título inglés.
La temporada comenzó de la forma soñada por cualquier aficionado al femenino, en Stamford Bridge frente a las Spurs. César Azpilicueta fue uno de los muchos miembros del masculino que mandaron mensajes en redes sociales en apoyo a sus compañeras, pero además hizo acto de presencia en el estadio. Como comentó una de las futbolistas bajo las órdenes de Hayes, Magdalena Eriksson, se está creando un respeto mutuo entre los compañeros en los clubes.
Sin duda, esta situación actual del femenino con decenas de miles de espectadores llenando el templo londinense no hubiera sido posible sin figuras como Casey Stoney – emblemática en su día en las filas de este Chelsea, actual entrenadora del Manchester United femenino, y que ayudó a salvarlo con la colaboración de miembros del masculino como John Terry cuando peligró su financiación –, la inversión del Manchester City o el papel de Emma Hayes. Ha sido tan importante su rol como entrenadora que cuando en verano el banquillo masculino estaba falto de técnico deportivo, quizá sorprendería a algunos leer el nombre de esta mujer entre posibles candidatos fuera de Londres, o su país. Pero no allí. ¿Por qué? La razón está en que en los 200 partidos que cumplió la pasada jornada de liga al frente del equipo ha demostrado ser un pilar de la casa Blue y lo ha dotado de una personalidad indudable, dándole la ansiada gloria de ligas que parecían dominadas en exclusiva por el Arsenal.
Tanto Liverpool como Manchester City y su conjunto han puesto fin al reinado en solitario de las Gunners (o Gooners, como las llaman sus aficionados) que ganaron la liga de manera consecutiva entre 2003 y 2012. Es más, en 2015 se alzaron con la FA Cup en Wembley y consiguieron su primer doblete de liga y copa. Tres años más tarde volvieron a ganar ambos trofeos.
Nacida en Camden un 18 de octubre de 1976, la familia de Hayes regentaba un negocio de cambio de divisas, el Covent Garden FX, del que aún se encarga junto a otro socio. Pero a los 16 años el único futuro que imaginaba Emma era ser futbolista profesional en el equipo juvenil del Arsenal, con la mala suerte de que un año después se lesionaba de gravedad el tobillo y tenía que olvidar aquel sueño de infancia. ¿Podría una lesión apartarla del balompié? Lo cierto es que no. Tras la mala suerte como jugadora se enfocó en sacar una carrera: optó por Estudios Europeos combinados con Sociología y Filología Hispánica, en la Universidad de Liverpool. Esto lo compaginó con estudiar lo necesario para poder sentarse en un banquillo.
¿Dónde si no podría comenzar? Como la mayoría de entrenadoras de su edad pasó seis años en Estados Unidos, desde las categorías inferiores del fútbol base hasta llegar a dirigir un equipo universitario. Una vez adquirida esta experiencia regresó a Inglaterra, al mismo club donde había jugado. Fue la entrenadora asistente del Arsenal entre 2006 y 2008, un equipo que se alzó con el máximo trofeo a nivel continental, además de al igual que el masculino unos años antes obtener una liga como invictas y ganar todos los trofeos existentes en Inglaterra a nivel doméstico. El único femenino que lo ha conseguido. Además, obtuvo el cargo de directora deportiva de su cantera. Su extensa formación y trayectoria hicieron que fuera contratada por Eurosport para ejercer de comentarista en el Mundial Femenino de 2007.
En 2008 regresaba al norte del continente americano, tras ganarlo todo como segunda, para hacerse cargo por primera vez de un equipo a la cabeza del mismo: las Chicago Red Stars de la NWSL, la que algunos consideran la mejor liga del mundo. Lo sea o no, es a la que aspiran llegar todas las profesionales por la relevancia que está teniendo allí desde que han despuntado a nivel mundial las jugadoras de la selección de Estados Unidos.
No fue una época fácil, las cosas no salieron como podría haber esperado y cuando fue despedida dos años más tarde, Jill Ellis le envío un mensaje que recuerda con una sonrisa por su sarcasmo: “Bienvenida, ahora que te han echado ya eres oficialmente parte del club de los entrenadores”.
Con la reciente llegada de una estrella mundial como Sam Kerr, y las jugadoras de excelente calidad que ya tenía – England, Reiten, Ji, Cuthbert, Mjelde o Eriksson – parece estar cerca de conseguir alzar otro título doméstico más, el tercero, e intentar conseguir el ansiado triunfo europeo, o al menos volver a pelear por él la próxima temporada. Sabemos que su juego poderoso, físico, con grandes salidas a la contra, y pases en profundidad es la ocasión perfecta para entretenerse los fines de semana.
Hay que tener en cuenta que quizá una de sus virtudes es que, a pesar de que uno puede estar preparado para esas acciones rápidas y dirigidas a hacer daño en el área rival, lo cierto es que, según la propia Emma, está preparada para leer el juego del oponente y cambiar lo que sea necesario. Quizá como hizo en Lyon, y al igual que ha hecho para derrotar a sus contrincantes más fuertes: “No me obsesiona una forma de juego o un planteamiento táctico. Trato de saber dónde van a hacernos daño y de buscar el espacio. Así es como entiendo el juego”.
Es bien conocido también su carácter fuerte y extremadamente honesto. Hayes no tiene pelos en la lengua y suele hablar en plata. Por esto no es raro escuchar su crítica de detalles que piensa podrían mejorar su liga y del fútbol femenino, a pesar de que también ha sabido alabar todo el patrocinio e inversión, y apoyo de los clubes que está experimentado en los últimos meses, como es el formato de la copa actual, el nefasto estado de algunos campos de League One donde juegan los clubes femeninos y ya se han tenido que aplazar varios partidos por las condiciones climatológicas y la mala situación del césped, o el hecho de que considera que las porterías dada la media de estatura de las mujeres deberían ser más pequeñas.
Cuando se le preguntó si creía, al salir su nombre entre los posibles para el masculino, que podría estar al frente de un banquillo de esta disciplina dijo que no pensaba que hoy, ni mañana, pero pronto llegaría el día en el que esto no sería noticia. Por el momento, sigue haciendo crecer al femenino y luchando por él desde su puesto.